La vida de López Tarso a través de los viajes
El primer actor nos narra las experiencias de viaje más importantes que ha vivido a través de su profesión.
Por: Héctor Meza
Desde la tranquilidad del hogar, sentado en su sillón, el histrión a través de la mente vuelve a revivir aquellas épocas que le dieron la gloria.
Las primeras palabras de la entrevista lo trasladan a 1960, tan sólo un año después de la filmación de la icónica película de “Macario”, nombre que sonaría por primera vez en Hollywood dentro de la primera ocasión que la industria norteamericana abrió la sección a mejor cinta extranjera.
Generando después una serie de invitaciones en la que Ignacio López Tarso iría al festival de San Francisco (California), donde recibió el primer premio a mejor actor.
“Macario tuvo mucho éxito a donde quiera que iba y una de las figuras importantes fue Gabriel Figueroa, fotógrafo de ese proyecto y del 90 por ciento de las películas que yo filmé, entonces llegaban invitaciones a muchos festivales y la empresa me llamaba a mí con el Lic. Oribe Alva”.
Tras muchos compromisos tanto de la producción y compañeros de grabación, a López Tarso le surgió la oportunidad de viajar sin algún miembro del equipo, más que con los rollos de la cinta en el avión.
En este instante, el rostro del histrión vuelve asombrarse con aquellos primeros grandes viajes como él les dice, yendo de nuevo a la India, aquel país que describe entre el misticismo que lo rodea, los olores, la abundancia de la comida, pero sobre todo su manera de vivir la vida.
“Fui con mi esposa Clara que iba embarazada de mi tercer hijo Juan Ignacio(1960), el más chico y a pesar de su condición, yo le aseguré que no le pasaría nada y que nos tratarían bien”.
Siendo así durante todo el viaje que duraría 1 mes entero, ya que el festival de cine se presenta en las 4 principales ciudades del país.
Entre un incesante acompañamiento médico y la traductora que era la última en irse siempre del hotel donde se hospedaban, el actor recuerda la primera parada en Nueva Delhi acompañado en la ceremonia de apertura con el primer Ministro Sri Pandit Jawaharlal Nehru.
Posteriormente a Mumbai, un puerto al sur de la India del que sobresalen sus esplendorosos alrededores y entre sus playas, el recuerdo de unas esculturas notables, las cuales mantiene presentes en su mirada al ver como las hacía la gente en el lugar y también las que el Estado mandaba a realizar.
Y de las otras dos, destaca a Calcuta; de modo que entre todos los puntos que visitó, siempre sobresalen los bailes con aquellos movimientos hipnotizantes para cualquiera y que al ritmo de la música sacan un ambiente festivo.
No obstante, India sería solo el primer punto, ya que después, Israel sería otro país que recibiría a Macario con una comitiva mexicana compuesta por su esposa, el actor y político Rodolfo Echeverría Álvarez, José Elías Moreno, una cantante y dos actrices.
“Visitamos los lugares más famosos como Jerusalén, Belén, la embajada mexicana nos recibió muy bien y tuvimos el honor de de que la primera ministra de ese entonces, Golda Meir nos acompañara al estreno de la película como un acto de generosidad para México con todo su gabinete”.
El actor hace un breve paréntesis en ese momento, llevándose las manos a su rostro, recordando un viaje que hizo con su esposa después de la presentación de la cinta.
“Clara y yo fuimos hasta las minas del rey Salomón (Valle de Timna), recorrimos el desierto del Néguev, donde a orillas del mar hay plantas que convierten el agua salda en potable y por medio de tubería riegan el desierto lleno de frutales, ¡simplemente maravilloso!”.
Los viajes a Rusia y la lección de vida que marcó su vida actoral
Dentro de las andanzas de López Tarso, Rusia guarda un lugar especial en él, desde las 3 invitaciones que recibió hasta la visita en la que coincidió con Rodolfo Echeverría para ir a un festival de cine en Moscú.
“Yo iba con Macario naturalmente, y luego visitamos la ciudad de donde Stalin era oriundo, Gori, Georgia. En esos lugares sobresalían los banquetes, lo maravilloso de las recepciones, desde los buenos vinos, los panes negros, el caviar de beluga hasta los majestuosos lugares de Moscú como su Kremlin, la Universidad, la Plaza Roja o el Teatro Bolshói”.
De ahí destaca con singular alegría en el rostro aquel concierto que ofrece este último recinto, donde en su intermedio pudo admirar la sutileza de una de las máximas exponentes del ballet ruso, Maya Plisétskaya dando vida a la pieza de Don Quijote.
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Así como también le llega a la mente un viaje que realizó en el tren transiberiano pasando por ciudades como Stalingrado(hoy Volvogrado) y Leningrado(hoy San Petersburgo) donde admiró desde grandes obras de arte, hasta majestuoso salones, pero sin duda robando su corazón el gran museo del Hermitage.
Aquel que se considera el más grande del mundo y era lugar de descanso en la época de los zares y para él, es el más bello situado a la orilla de un río con un caudal navegable, del cual también hoy emanan libros inspirados sobre uno de los puentes que cruza la ciudad.
En un instante, dentro de la plática, el rostro de López Tarso se vislumbra de admiración al hablar de uno de los hombres que le cambiaría la vida.
“Fue una visita que se hizo en Moscú dedicada a nosotros por el sindicato de actores, yo llevaba interprete naturalmente y ahí vi a ese actor, aquel que yo había gozado muchas veces, ¡Nikolái Cherkásov!, el actor que interpretó al afamado zar Iván el Terrible, él lo filmó e hizo una película de museo, sensacional”.
Además aseguró que el mejor Quijote que ha visto fue interpretado por Cherkásov (1957), de modo que el histrión, él era un actor de primera.
“Le dije a mí intérprete -lléveme a conocerlo y dígale quien soy-, al acercarme empecé a preguntarle -¿usted fue discípulo del gran maestro de la actuación Stanislavski?, ¿cuál es su sistema de trabajo?, ¿va de acuerdo a su estilo?-”.
A lo que el primer actor ruso le respondería:
-No, mi estilo de trabajo se llama Cherkásov y eso lo tendrás que hacer tú, cuando seas famoso y tengas éxito en el cine, teatro y televisión; tú verás que no hay ningún maestro que pueda determinar tu estilo a pesar de que aprendas y leas a los grandes, será tu manera de ser y lo que te convenga, así que cuando te pregunten dirás: ¡el estilo López Tarso!-
Con esas palabras, el histrión mexicano con una sonrisa en el rostro reafirma esas palabras.
“Eso ya lo sabía, pero él me lo comprobó, uno no aprende todo en la academia, te lleva a conocer muchas teorías sobre la manera de actuar en un escenario, pero el que crea su propio estilo, es cada actor en sí mismo… ¡Esa fue de las lecciones de teatro más importantes que yo he recibido en mi vida!, esa visita a Moscú a la academia de teatro de Stanislavski”.
Aún el actor vislumbra aquellos momento donde se sentó el gran Cherkásov con él, en ese lugar donde le enseñaron todo lo que el gran referente de todos los actores había dejado para la posteridad en teatro, todos los libros, de los cuales casi cuenta con toda esa literatura dramática de Moscú, lo que sellaría así uno de los viajes más importantes dentro de su vida.
Las travesías a través de los Corridos
Abruptamente López Tarso comienza a hablar de otra época importante en su vida, aquella que le tomó 10 años de su vida a exaltar los corridos en los países de habla hispana.
“Fue a través de una invitación de la CBS para grabar algo con ellos, después de hacer pruebas descubrí que yo sabría unos corridos hermosos que le había escuchado a mis padres de por ahí del Bajío de donde son ellos, él de Moroleón, Guanajuato y su madre de Puruándiro, Michoacán”.
El actor hace énfasis en la relación de sus padres Alfonso López Bermúdez e Ignacia López Herrera como primos-hermanos que vivían en unas haciendas que se colindaban y por esa región se elogian mucho los corridos.
“Me acordé de eso y le dije a la CBS voy a grabar corridos, los voy a contar a través de un personaje que será testigo de la Revolución, escogeré los mejores de esa época y con ellos voy a grabar varios discos con ustedes”.
Así fue como terminaría grabando en 8 discos de Lps más de 100 corridos, 6 de cada lado del vinil que terminarían por generar una serie de viajes para contarlos personalmente, lo que lo llevaría armarse de un buen grupo musical, entre el guitarrista Roberto Rojas, un muchacho ciego que lo llamaban “el conejito” con su acordeón, además de un bajosexto de acompañamiento.
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“Estados Unidos lo recorrí varias veces porque hasta en pueblos pequeños hay mexicanos que emigraron desde la Revolución y sus hijos han nacido allá, ahí decía corridos en los cines, entre las películas me anunciaban, hasta en teatros desde Los Ángeles como el icónico Million Dollar”.
Tiempo después, el actor recorrería con corridos toda la República Mexicana subiéndose desde un autobús a fuera de la puerta de su casa, hasta llegar a las plazas con dos o tres ayudantes y su representante; además de que tuvo el privilegio de recorres Centroamérica y Sudamérica pasando por lugares como Cuba o Santo Domingo y después cerrando en España.
“En España hice una obra de teatro “Tirano Banderas” y allá me encontré a Álvaro Custodio, el directo teatral que formó el teatro clásico español de México, con el que trabaje mucho y me propuso traer los corridos y habló con la actriz y cantante Nati Mistral que cantaba romances españoles, que tiene que ver con los antecedentes del corrido”.
Así entre los 3 anduvieron por varios lados del país europeo recordando específicamente a Madrid, donde se presentaron en 3 teatros donde se contaban corridos y los músicos del primer actor acompañaban a Mistral.
Los destinos favoritos de López Tarso
Hablar de sus lugares favoritos empezando por México, hoy es regresar a la ciudad de Acapulco
“Ahí he pasado buenos momentos, inclusive de cine con el festival que se hacía en el fuerte San Diego, esos festivales internacionales donde venían grandes estrellas del cine mundial, ahi estuve muchos años, el que lo impulsó mucho y gracias a él fue un gran éxito, fue Miguel Alemán chico”.
No obstante, en el exterior España siempre guardará un lugar especial para el histrión, por lo que aseguró que cada que pueda regresará a ese lugar que lo albergó durante largas temporadas en ciudades como Madrid o Barcelona, Vivi pero también en Sevilla, Granada, Andalucía y Galicia.
Los grandes amigos de los viajes
En los viajes, uno conoce a distintas personas que se quedan para la posteridad, es así como recuerda de Londres, Inglaterra al ya fallecido Albert Finney, con quien compartió escena en la película de 1984 “Bajo el Volcán”.
“Me invitaron a la película y yo fui el Dr. del embajador, todo sucede bajo el volcán de Cuernava, la fiesta de los chinelos, pude conocer a Jacqueline Bisset una actriz bella y al afamado director John Huston…Finney acababa de filmar una cinta importante, “El vestidor” y yo estaba en los ensayos de esa historia con Bonilla”.
Entonces el histrión lo invitó a que viera los ensayos y el actor británico invitó al estreno con su dinero al autor de la obra, Ronald Harwood a que viera la puesta en escena, lo cual Tarso consideró como un gran detalle, por lo que al tenerlo 8 días en el país lo paseo por Cuernavaca y Acapulco.
“Fue un gesto sensacional de Finney, la temporada duró más de 2 años en el teatro de los Insurgentes e Hidalgo, para posteriormente presentarse en toda la República”.
Es con esa última anécdota como el actor regresa de esa breve travesía que narró a través de su casa en el sistema de vida tranquilo que ahora lleva, privilegiando siempre el sentir de los viajes y cerrando con el placer que ocasiona el simple hecho de conocer otro lugar con su gente, cultura y lugares.