Descubre la auténtica experiencia de la gastronomía brasileña En CDMX
Desde las auténticas espadas brasileñas, hasta una gran variedad de cortes, destacan al restaurante Sal e Brasa.
Por: Héctor Meza
En la vibrante colonia Cuauhtémoc, el aire se llena de humo, risas y un apetitoso aroma a carne asada, pues el restaurante brasileño Sal e Brasa decidió expandir su imperio carnívoro.
Y ¿cómo lo hizo? Abriendo las puertas de su nueva sucursal en Río Atoyac 89a, un lugar en el que, de ser uno mínimamente hambriento, el único crimen que se comete es no llegar con un apetito de los grandes.
Al arribar, uno se siente ya parte de una celebración. La entrada no es solo una puerta más, es el umbral hacia un festín. Y lo sabes desde el momento en que cruzas el umbral: la batucada.
Un grupo de músicos con sus tambores y energía desbordante te da la bienvenida, tocando al ritmo de un carnaval, con una fiesta sonora que pone a todos a moverse. La experiencia comienza con el primer golpe de los tambores, anunciando que aquí no solo se trata de comer, sino de vivir una fiesta al ritmo brasileño.
La promesa era clara: carne, más carne, y bebidas que le hagan justicia a un festín de tal magnitud. Y la realidad no se quedó atrás.
Este nuevo templo de la gastronomía brasileña trae consigo una propuesta de lo más suculenta. Desde la picaña que, con su capa de grasa, promete ser el paraíso de los carnívoros, hasta cortes como sirloin, rib eye y arrachera, todos ellos importados de los mejores ranchos de los Estados Unidos.
Si te consideras un carnívoro, este lugar te ofrecerá un sinfín de placeres al paladar.
Pero espera, que la cosa no termina ahí. Sal e Brasa también sabe cómo consentir a los más atrevidos del mar. ¿Quién puede resistirse a un pulpo a las brasas con ese toque ahumado perfecto o unos camarones a la diabla que te hacen sudar, pero por placer? Y para los que prefieren una buena ostra, esas provienen de las costas, con todo el sabor de lo fresco.
Eso sí, antes de llegar a lo fuerte, hay que calentar motores. Y vaya que lo logran con su barra de entradas, que parece un buffet diseñado para satisfacer todas las tentaciones posibles: ensaladas, quesos, sushi, frutas, pastas, embutidos… todo perfectamente dispuesto para preparar el terreno antes de que los cortes lleguen en su apoteósica presentación.
Ahora, en cuanto a la carne, no pienses que es solo cuestión de cantidad. La magia está en cómo el personal, cual hechiceros de la parrilla, presenta cada corte con destreza, manejando el fuego y la temperatura con una precisión digna de admiración. Como si fueran verdaderos artistas, los meseros te traerán continuamente más y más porciones, ajustándose siempre a tu antojo, buscando ese punto perfecto para que el sabor explote en tu boca.
Y, como bien se dijo en algún rincón de la mesa esa noche, la picaña es la reina. Nadie se atreve a discutirlo. Cada bocado de esta joya, bañada en su delicada capa de grasa, es una declaración de amor a la carne.
El sabor se despliega lentamente, y se va adentrando en las entrañas de los comensales, dejando huella en cada uno.
Ricardo Muñoz Zurita llega a La Cantina Palacio con menú de caldos, sopas y potajes.
Sal e Brasa no solo es una churrasquería, es una celebración de la vida, una invitación a disfrutar de la buena comida, la buena compañía y, claro, la buena parrilla.
Si tienes la suerte de pasar por allí, ve con hambre, prepárate para una experiencia llena de música y sabor, y deja que la fiesta brasileña te envuelva hasta el último bocado.