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Mariana Dávila… la niña que soñó con ser ‘Anastasia’

De pequeña la cantante jugaba a convertirse en la Gran Duquesa rusa; en 2017, tras ver el musical, se prometió que algún día cantaría las canciones en un escenario y lo logró en el Teatro Telcel.

Eduardo Gutiérrez Segura

The Travel Citizen recorrió las entrañas del Teatro Telcel; mientras el equipo caminaba al área de camerinos, la luz del escenario se encendió y sorpresivamente nos encontramos cara a cara con la gran duquesa Anastasia Nikoláyevna Románova. De gala, con su icónico vestido azul, Su Alteza Imperial nos permitió hacerle varios retratos.

Fotografía: Alfonso Manzano

Las fotos fueron en los distintos espacios del entarimado que se transforma, gracias a la tecnología de punta, para recrear a la perfección el Palacio de Invierno de la dinastía Románova, o los paisajes de la Rusia bolchevique, tras la revolución de febrero de 1917, que derrocó el gobierno de los zares de 304 años de existencia.

La historia que canta y baila Su Alteza Imperial cada noche en punto de las 20:00 horas, al lado de Dimitri y de Vladimir en el inmueble de Polanco, está inspirada lo mismo en la cinta animada de 20th Century Fox y el largometraje de 1956: “La princesa vagabunda”, protagonizada por Ingrid Bergman y Yul Brynner, pero es muy distinta a lo que pasó.

Fotografía: Alfonso Manzano

Anastasia, sus hermanas Olga, Tatiana y María; su hermano y heredero al trono Alekséi, y sus papás el zar Nicolás II y la zarina Alejandra murieron, bajo el fuego bolchevique, en Ekaterimburgo el 18 de julio de 1918, en la casa Ipátiev; pero las leyendas urbanas de que el zarévich y su hermana habían huido alimentan la trama del musical.

Anna Anderson, “la señorita desconocida”, es el referente al que hacen guiño la mayoría de los relatos en los que el final es feliz; Su Majestad Imperial la emperatriz viuda María Fiódorovna la reconoce como su nieta y ella prefiere renunciar a sus derechos dinásticos con tal de vivir su amor con Dimitri.

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En la cruda realidad, tras hacer temblar a los sobrevivientes de la Casa Imperial de Rusia, a varios bancos suizos y a otras monarquía europeas, Anna, que fue apoyada incluso por Sergei Rachmaninoff, y que compartía con Anastasia lo imposible; la forma de sus orejas, además de los juanetes y su letra, murió entre basura y gatos el 12 de febrero de 1984.

Esos hechos y relatos son bien conocidos por Mariana Dávila, quien es la actriz —de talento imperial y voz bendecida por Euterpe— que encarna a “Anastasia”. Ya en su camerino, en su sillón favorito, de una sola plaza, terciopelo azul y cubierto por una pashmina rosa; la talentosa joven platicó del sueño que está cumpliendo.

Nos encontramos a Mariana viéndose de frente al espejo, volteó y nos saludó con calidez. Se ve feliz y plena, no es para menos, el musical que encabeza es favorito en el mundo entero y México no es la excepción. Dávila recordó cuando de niña veía la película animada y soñó con ser la Gran Duquesa, ¡y ahora lo es!

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“Es un sueño hecho realidad, algo por lo que he trabajado mucho. Ha sido una sorpresa en cada función darme cuenta de que estoy aquí, la reacción del público, compartir con artistas a los que admiro desde antes de trabajar con ellos. El recibimiento que está teniendo (el musical) es mejor de lo que me hubiera imaginado nunca”, dijo Mariana.

Fotografía: Alfonso Manzano

El esfuerzo de Dávila ha sido mayúsculo, pasó ocho meses ensayando constantemente, cuatro meses antes enfrentó la audición en la que fue seleccionada, por lo que estudió constantemente la vida de Anastasia, aprendiendo quién era e identificándose en cada rasgo con ella.

“Es una responsabilidad grandísima, me daba un poco de temor y quería estar lo mejor preparada para cuando llegara el momento. A aquella Mariana chiquita que veía la película le diría: ‘Ahora seguimos jugando a ser Anastasia, pero con vestuarios y una producción increíbles'”, expresó emocionada la intérprete.

Fotografía: Alfonso Manzano

La actriz logró dilucidar quién fue “Anya”. “De Anastasia me sorprendió, al adentrarme un poco más, saber que sí existió, que tenía una personalidad muy alegre, era traviesa, juguetona y de ‘echar relajo’, que es algo que me encanta y con lo que me identifico. Al inicio la veía distante, pero la pensé como una persona y no como realeza”, compartió.

Música épica

Dávila, así como casi todos, no puede elegir cuál es su canción favorita de todo el musical; porque cada noche alguna de las composiciones de Lynn Ahrens y Stephen Flaherty le tocan el alma de manera contundente. “Se le dedicó tanto a cada momento del espectáculo, que cada una tiene un significado personal y artístico invaluable.

Fotografía: Alfonso Manzano

“Hay momentos muy especiales que disfruto mucho como ejecutante, como ‘Al soñar’, pero también lo hago con ‘San Petersburgo, mi cuidad’, que estoy escuchando a Javier (Manente, Dimitri en el show) en primera fila o ver a mis compañeros en piernas, la verdad es que la partitura completa es preciosa y se saborea distinto”, abundó Mariana.

Para Dávila también es muy significativo el reprise de “Todo por ganar” y no desoye a los fans de la trama y también tiene un cariño especial por “Una vez en diciembre”. “Es una de las más icónicas, es una locura, recuerdo ver la película de niña en la escena de los fantasmas y es un momento que me pone la piel de gallina hacerlo realidad”.

Mariana vio el musical de Broadway en el 2017, y se prometió que algún día cantaría sobre un escenario las composiciones de Lynn y Stephen, a quienes conoció y le dieron un regalo muy especial. “Platiqué con ellos, fue espectacular, uno de mis tesoros es sus autógrafos en la partitura de ‘Viaje al pasado'”, contó.

Fotografía: Alfonso Manzano

Con todas estas vivencias, Dávila aceptó que su crecimiento dentro del musical ha sido “extremo e intensivo, personal y artísticamente son una mujer muy distinta a la que era hace un año, cuando empezamos el montaje porque siempre me ha gustado seguir aprendiendo y lo abrazo con enorme gratitud… sigo avanzando y tomando decisiones”.

Antes de despedirnos para que Mariana dé la función del día, nos dio un recorrido exprés por su camerino, e invitó a todo el público a disfrutar del montaje en el que Bernhard Volk es el supervisor musical y Carline Brouwer es la directora asociada; con la regia participación de la soprano Irasema Terrazas.